Tristeza mía,
porque has consumirme;
sé que algún día terminara,
este dolor que brota, mi pecho,
que opreso está en su lecho,
y que lastima este orgullo mío,
perpetrado como un brío
insignificante,
que causa martirio.
Como pudo tú belleza,
ser loquera de mi ser,
que por siempre me lastima
y lacera mis sentidos,
que es muy cruel este dolor,
que es reflejado, con el temor.
¡Adonde irían, bellas pasiones!
¡a donde irían, dulces palabras!
¡a donde irían.. a donde irían..!
¡a donde fueron, mis ilusiones!
¡a donde fueron, mis canciones!
¡a donde fueron.. a donde fueron!
Emergerán pronto, mis palabras,
para expandir el sufrimiento,
que llevo aquí en el alma;
que expresa melancolía,
tristeza desenfrenada.
Ya nada es igual,
si tú no estas conmigo;
ya tú corazón,
a otro prefiere,
como té, al agua quiere,
las causas de este amor,
¡sea bendito!
y perdurable al fin.
Pensamientos obscuros,
atormenta y enreda la fe;
la esperanza, donde siempre
el alma mía, fue albergada
e impulsada
hacia una nueva inspiración.
Amada mía,
flor de azalea,
ignoro que es el rencor;
pues, ¡ay! dolor,
me causa tú partida;
¡pero más dolor,
me causa!
haberte amado,
sin ser amado;
dejándome el corazón partido;
pisoteándome, como aquel harapo,
sin sentido.
Por: Juan Jose Curicama Naula
"El por Siempre Ulises"
Odisea de un Amor Nefasto
Quito - Ecuador
