tú que con derroches,
en la vida me
condujiste;
hacia el camino más
seguro,
donde todo es
grandeza,
con fiel armonía.
Es por ti madre mía,
que sobrevivo,
en estos nostálgicos
arrecifes,
que pronuncia vida,
es por ti, cariñosa
mujer;
que en tú regazo,
siempre me sostenías,
para hablarme al oído
y envolverme,
con tu dulce aliento;
eres tú, en quien
confío,
pues siempre estás
presente,
siempre, a la hora de
la verdad.
¡Ay diva mía!
eres como el cielo,
tan intensa, con gran
velo,
tan inmensa con tú
pensamiento,
¡pues eres tú! mi
delicada madre,
que engarzas con tus
miradas,
en el hondo de mi
pensar;
con armonía sin
cesar.
Es esto lo que te
dedico,
unas simples
palabras;
que han llenado al
corazón,
con gran vehemencia;
es lo más que puedo
darte,
por haberme dado la
vida,
con gran entronque.
Es justo y necesario,
que estés a mí lado,
es que sin ti, todo
variaría;
y ya no sería vida,
y si es que acaso
madrecita mía,
me llegaras a faltar;
yo no sé qué pudiera
dar
a cambio de que tú
regreses.
No madre mía,
no podemos
engañarnos;
pues es el oscuro
destino,
quien nos
desamparará,
ya nada curaría,
el corazón partido,
con tu partida.
¡Es a ti! quien toda
la vida te debo;
¡es a ti! que mi
sensación,
brota candores de
pureza,
como brota la naturaleza,
su árbol;
¡es a ti! que la
soledad,
mantiene gran celo;
¡porque eres tú!
la quien emerges
alegrías,
mi madrecita linda;
nunca dejare que me
abandones,
pues siempre seguiré
tus pasos
hasta el final,
de esta cruda
realidad.
A mi madre Rosita,
mi madre contemplativa.
Por: Juan Jose Curicama Naula
"El Por Siempre Ulises"
Odisea de un Amor Nefasto
Quito - Ecuador