¡No finjas! que has soslayado,
¡no finjas! que todo ha marchado bien,
durante esta ausencia;
yo no he podido ocultar,
¡esta! miserable tristeza;
por las noches clamo ¡regresa!
y duermo de cansancio,
de tan agitado pensamiento;
en la testa provoca,
incesante dolor indescriptible,
que agobia esta terrible soledad.
Porque ahora te has convertido,
en el fantasma de mis lamentos,
como querer fingir,
algo que es inútil, olvidar;
¡es que eres precisamente, tú!
la que arañas, mis entrañas,
eres como aquellos gemidos,
más allá del sosiego, que invocan a redescubrirte,
provocando un desorden psicológico y fisiológico.
¡No se puede fingir, que no se deseas mas!
es absurdo engañarse a sí mismo;
¡como pretender querer con benevolencia!
si al fin se causa, tanto despojo y tanto maltrato,
¡como querer, algo abstracto o tupido!
¡como querer algo que se radicaliza!
para que se escabulla entre la vanidad y la mentira.
¡Nada admisible….!
¡pero tampoco hay algo! que justifique absolución,
solo se puede ser el fracaso inútil o falto de sí mismo;
porque que se renuncia,
a este inclaudicable amor y razón,
porque se utiliza, esta sutileza,
para abandonarla, tan repentinamente.
¡Ya basta de sacrificar esta ternura!
por aquellos desafeases, que someten;
para mí, es suficiente a que llegue,
el mañana, para seguir esperando,
que saliera de aquel capullo,
de frustraciones e intolerancia!!!!!!
renace nuevamente pedazo de mi vida.
Me estoy desprendiendo, y lentamente
mis alas, tienden a debilitarse;
¡ahora me encuentro tan solo! entre tanta multitud,
con estos sueños derrumbándose;
¡Estos días! Me consume,
a precipitados pasos
y en el alba se conjugan entre:
tu y lo irracional,
lo mágico y lo irrisorio.
Por: Juan José Curicama
“El Por Siempre Ulises”
ODISEA DE UN AMOR NEFASTO