Hijo mío,
por los abrazos, por los besos
gracias por esa sonrisa divina,
gracias por esa inocencia;
me has dado ese halo de vida,
para seguir en este sendero.
Mi querido hijo,
verte a diario crecer,
me entusiasma tanto,
verte imaginar y crear,
haces recuerdo de mi infancia,
eres grandioso, hijo de mi vida,
hijo de mi amor.
Eres extraordinario,
mi hijo único,
mi lucha diaria,
mi despertar,
mi energía complementaria,
mi luz del amanecer,
mi pequeño ser.
Este cariño tan grande,
que almacena mi corazón,
me llena de orgullo,
y te arrullo,
entre mis brazos,
y te digo al oído
te quiero tanto hijo mío.
Por: Juan José Curicama Naula.
“El Por Siempre Ulises”
ODISEA DE UN AMOR NEFASTO
Quito – Ecuador.