a pesar de mis cuidados,
¡como la había cuidado!
día tras día,
contemplaba sus pétalos
y aquellas verdes hojas,
pero lentamente se fue muriendo.
Mi afición por las flores,
me refleja, la belleza de aquella,
aquella que así mismo,
qué; a pesar de mi entrega,
lentamente fue carcomiendo,
la confianza y el amor que la tenía,
hasta que al fin asfixio mi ternura.
Que cosas más extrañas,
ejemplizar ese brote y caída,
de aquella flor, que, como el amor,
florece, se consume y fenece,
a pesar de la sutileza tan expresada,
esta se va transformando,
hasta perderse en el suelo.
Por: Juan José Curicama Naula
“El Por Siempre Ulises”
Odisea de un Amor Nefasto
Quito-Ecuador