Ganaste, otra vez ganaste,
y has quebrantado la esperanza,
me has hundido en el delirio;
y has condenado mi lealtad,
al vacío donde no hay retorno.
Cuantas veces te pronunciaste que te dejara,
no sabes cuanto lo sabía, de tus deslices,
más sin embargo me aferraba a no dejarte ir,
y me arrastraba como enfermo del deseo,
suplicando, amaras mi cuerpo,
y calmaras esa ansiedad.
no sabes cuanto lo sabía, de tus deslices,
más sin embargo me aferraba a no dejarte ir,
y me arrastraba como enfermo del deseo,
suplicando, amaras mi cuerpo,
y calmaras esa ansiedad.
Cuanto me postraba, a aquella;
que mientras más daño,
más placer parecía darme,
era como un vicio,
era como la necesidad,
que prolongaba mi existencia.
que mientras más daño,
más placer parecía darme,
era como un vicio,
era como la necesidad,
que prolongaba mi existencia.
Como pudiste vivir engañandome;
como pude ser capaz de permitir tanta tortura,
ese amor se idealizo,
haciendome creer, en ese amor de novela,
en esas palabras vacías de amor,
que se liberaban y se escapaban a la vez.
como pude ser capaz de permitir tanta tortura,
ese amor se idealizo,
haciendome creer, en ese amor de novela,
en esas palabras vacías de amor,
que se liberaban y se escapaban a la vez.
Por Juan Jose Curicama Naula
“El Por Siempre Ulises”
Odisea de un Amor Nefasto.
Quito - Ecuador