En aquella habitación donde nos mostramos,
tan intensos, tan locos, tan excitados;
en aquel lecho de amor,
recorría tu cuerpo, con cada beso,
con cada caricia;
me encantaba tu piel,
cuando se enchinaba,
y mis manos se deslizaban por todos lados,
fue tan hermoso, aquellos instantes,
tan divinos, tan deslumbrantes;
tus labios con los míos,
se arrancaban a besos;
¡tanto éxtasis vivido en ese instante!
amándonos como que fuera el ultimo día,
entregándonos mutuamente,
para derramar aquel elixir de la pasión;
¡oh amante mía, adorada mujer!
hemos explorado esa magia oculta,
esa energía que solo los amantes provocan,
me es cruel saber que ya no eres mía;
pero me satisface,
haberte amado sin condiciones.
Hasta siempre mujer adorada mía,
nos encontraremos en los sueños.
Por: Juan José Curicama Naula.
“El Por Siempre Ulises”
ODISEA DE UN AMOR NEFASTO
Quito-Ecuador