¡Donde estás, divina mía!
que mis ojos con tanta ansia,
te busca.
¡Donde están, esos labios
tentadores!,
que a los míos las provoque.
¡Donde está! tan lisa cabellera
de precioso matiz,
que en mi encanta.
¡Donde estás, fémina mía,
que a mis ojos exorbitantes,
los has dejado.
¡Ay, Mujer mía!
tan obsesionado,
me he encontrado,
como el naufrago,
de tu corazón,
como quien pierde la razón;
incapacitado, sin siquiera
poder estrechar mis brazos,
y arrancar de mi, ¡las cadenas!
que atan eterno, el miedo;
quiero consumirme
en tu calor,
que tiernamente brotas,
como brota el árbol sus hojas,
y que pronto se desprenden
las hojas secas,
que se consumen en la tierra.
¡Donde estás!
cándida mía,
tan sencilla
como el alba,
tan hermosa
como una Diosa.
¡Donde están, sus pupilas
Diamantinas!
que tan cerca las tengo
y no las tengo,
¡donde estás, donde, donde.....!
No soy aquel espectro
que deambula por las noches,
queriendo placer,
sin amor, ese no quiero ser,
no, no......
No soy ese ser sarcástico,
que simplemente gime,
haciendo notar tanta lastima,
¡lastima! que simplemente emite,
por conseguir un inconveniente
en desorden.
Ay mi chiquita ilusión;
que visión
tan grande, de emoción,
eres cautivante
como una solapa
a tu cuello,
pretendo una copa
de vino, y embriagarme
con el beso
de tu boca,
que en mi provoca.
Juan Jose Curicama
"El Por Siempre Ulises"
ODISEA DE UN AMOR NEFASTO
Quito-Ecuador